jueves, 4 de junio de 2009

Villa de París

Ahí estás tú, recordando a aquel cantante Francés, sentado en esa plaza.

Es esa plaza en la que tantas y tantas veces has estado. Siempre que vas, te sientes pequeño, piensas en toda la historia que te rodea, en la cantidad de gente que habrá pasado, pasa y pasará por ella. Entonces, te sientes un privilegiado. Siempre piensas que nunca, que nadie más ha pensado eso mismo en ese mismo sitio. Siempre te quedará el consuelo de saber que, bueno, al menos en ese momento y en ese lugar es imposible encontrar a otra persona pensando lo mismo.

Todos parecen tan ocupados corriendo de un lado al otro que fluyen sin saber que, en realidad, están siendo arrastrados, y entonces, te sientes más grande todavía. Pero, como la mente es caprichosa, te ves, de repente, pensado qué dirán esos dos tipejos tan bien vestidos. Sin querer, no hay nadie más a tu alrededor, los coches se han parado, los pájaros han enmudecido y solo quedáis ellos dos, tú y una pequeña brisa muda que te hace sentir vivo.

Piensas que quizá tengan una conversación sincera, sobre algo que les importa, o quizá no. Sabes, porque eso se ve, que ellos se conocen desde hace tiempo. Pero, como ese cantante sigue resonando en tu celebro (Je ne sais pas si nous étions les pires/ Et si déjà nous révions d'en finir) no eres capaz de oírlos, son un murmullo en la lejanía.

Cuando empezabas a enterarte de qué hablaban, una vieja extraña se cruza entre vosotros. Has perdido el hilo de la conversación, Sabes que hablaban de un deportista de éxito que no conoces, te estaba interesando, pero la mirada de reprobación, el odio que brilla en sus ojos te trae de nuevo al mundo.

Entonces, entre gritos y bozinazos, vuelves a beber.

Apunte del autor: La cita es de Benjamin Biolay, canción à l'origine

No hay comentarios: